DEL TEATRO A LA VIDA COTIDIANA (2 DE 4)

Segunda parte del glosario de términos usados en contextos que poco o nada tienen que ver ya con el mundo teatral que fuera su origen.

Bufón

Buffo llamaban en italiano al cómico de talento. Así, pues, el origen teatral de la palabra es indiscutible. Como buen saltimbanqui, saltó pronto al lenguaje coloquial, usado con sentido despectivo desde tiempos de Quevedo. El diccionario de  don Esteban Terreros y Pando de 1786, en su segunda acepción, dice que se llama bufón a “cualquiera que remeda el mismo oficio y bufonea”.

Candileja

Del latín candēla, aunque a nosotros nos llega a través del árabe hispánico qandil, con el significado de lamparilla manual de aceite. Colocados en fila en el proscenio de los teatros, se convirtieron en elementos característicos de las representaciones teatrales. Así quedó registrado en el Diccionario Enciclopédico de la lengua castellana de Elías Zerolo, publicado en 1895. Hoy, claro, la palabra apenas se usa más que para referirnos a la película de Chaplin.

Catástrofe

La dramaturgia griega se dividía en cuatro partes – prótasis, epítasis, catástasis, y catástrofe -, siendo la catástrofe donde el héroe trágico encontraba su final y, en las comedias, donde quedaban los enredos resueltos. Así constaba ya en el RAE de 1780, solo que con una segunda acepción: “suceso infausto”. En el Gran Diccionario de Ramón Joaquín Domínguez, 1853, el suceso infausto es ya definición principal. En la edición actual del DRAE, de  cuatro acepciones, su referencia teatral ocupa el cuarto lugar. Y bajando.

Celestina    

El primer diccionario que incluyó la voz celestina con la definición que aún hoy prevalece: “lo mismo que alcahueta”, fue el Gran Diccionario de Castro y Rossi, 1852. La RAE la incorpora en 1899. Hasta principios del XXI solo se podía ser celestina, no celestino. Hay que esperar a la edición del 2006 para que el DRAE aclare que celestina/o es la “persona que facilita o promueve de manera encubierta contactos con fines políticos, comerciales o de otro tipo”. Y es que el móvil del celestineo ya no es el amor sino el poder y el dinero, las Melibea de nuestros tiempos.

Claque

En castellano, claque tuvo dos sentidos: un tipo de sombrero de copa y “gente que a su disposición tiene el empresario de un teatro para aplaudir las obras que en él se representan”, tal y como lo define el diccionario de Elías Zerolo de 1895. Ya nadie usa aquel sombrero ni se contrata claque para los teatros; no obstante, la palabra sigue viva, si bien para referirse al “conjunto de aduladores de cualquier poderoso”. Aunque francesa, el origen es el sonido “clac” que hacen las palmas, ya sea al aplaudir o al sacudir las espaldas del que se lisonjea.

Corral de comedias

Casa, patio o teatro al descubierto donde se representaban las comedias. Existía la figura del alguacil de corral de comedias para impedir “ruidos y escándalos y que los hombres y mujeres estén apartados, (…) y no hagan cosas deshonestas “. En un artículo de la revista Triunfo de 1977, el cronista dice que en el Siglo de Oro “el corral de comedias era la televisión de la época». Hoy sustituiríamos televisión por redes sociales.

Donjuán

Al varón aficionado a las mujeres se le ha llamado: doñeador, cortejador, galanteador, dondiego, tenorio, ligón, playboy, casanova y donjuán. Cada palabra tiene su matiz. Por ejemplo, es distinto ser un donjuán que un casanova. Donjuán es personaje teatral que seducía mintiendo, mientras que Casanova fue hombre de carne y hueso que conquistaba embelesando. No es lo mismo. En cualquier caso, la primera vez que se definió a donjuán fue en el diccionario de Alemany y Bolufer, 1917: “hombre presumido y entonado”. Es decir, un vanidoso con ínfulas de casanova.

Drama

Dramaturgo es quien escribe obras teatrales, ya sean comedias o tragedias. Tiene su origen en el verbo griego ‘drao’ (δράω), ‘mirar’. De ahí que “drama”, hasta bien mediado el siglo XIX, sirviera para toda representación poética hecha sobre un escenario. Pero pronto le brotó una acepción como brota un nenúfar en un charco: “serie de acontecimientos complicados y desgraciados que suelen terminar con alguna catástrofe”. Desde entonces, cualquier desgracia personal es un drama. Y ya no halla uno cosa donde posar los ojos que no venga atufada de dramatismo.

 Elenco

Sebastián de Covarrubias, 1611, afirma que “el nombre es griego, que significa lo mismo que perla, en especial la que es prolongada a modo de perilla”. Quería decir que no era redonda, como cabía esperar, y esta peculiaridad es lo que la convertía en “elenco”, pues en griego, “elenkos” significa dos cosas: irregularidad y argumento para la refutación. De la enumeración de argumentos en una causa es de donde tomamos nosotros esta perla para referirnos al elenco teatral.

El perro del hortelano

Título de una comedia de Lope de Vega, estrenada en Madrid en 1618, cuando ya Lope contaba con 56 años y llevaba 4 ordenado sacerdote. No obstante, en 1616 conoció a Marta de Nevares, de 19 años, con la que se amancebó. Fue un escándalo. Pero Lope tenía la piel curtida en escándalos, lo que no quita para que muchos jóvenes contemporáneos tuvieran al propio Lope, anciano y cura, por “el perro del hortelano”, ese que, por ser perro y carnívoro, ni come los lozanos frutos de la huerta ni permite que otros lo coman.

Farándula

Compañía teatral compuesta por “siete hombres o más, y tres mujeres”, según cuenta Ramón Joaquín Domínguez en su diccionario de 1853. Domínguez remata la definición con este inciso: “aquellos cómicos de la legua debían ser más modestos que los de ahora, pues ni se daban el inmerecido título de actores dramáticos, ni mucho menos el dictado sonoro de artistas, hoy tan prodigado a cualquier entezuelo, por ridículo y despreciable que sea”. Se ve que la antipatía de cierta gente por la farándula viene de lejos.

Farsa

Los autos sacramentales fueron un tipo de drama litúrgico muy representados en todas las cortes europeas desde la Edad Media. Constaban de cuatro actos, muy recargaditos de simbolismo religioso. Para hacerlos digeribles, los autores colaron una pieza cómica breve en uno de los intermedios. Los franceses dieron a esta pieza un nombre culinario: farse, que es como llamaban los cocineros a los rellenos, del verbo latino farcir, rellenar. En 1765 los autos sacramentales fueron prohibidos por irreverentes, no sabemos si lo que sentó mal a la autoridad fue el exterior o el relleno.

Este glosario ha sido publicado en la revista Archiletras en su edición de julio/septiembre de 2021.
El glosario original consta de seis páginas, pero para no sobrecargar la entrada en el blog yo la divido en cuatro entradas distintas que iré publicando en días sucesivos.

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