LA MAGIA DEL TRES

La sabrosa magia del tres


Solía decirse hace algunos años que tres D definen la naturaleza de un periodista de raza: dipsómano, depresivo y divorciado. Ahora, con la Sara Carbonero y compañía, son las tres O: oportunista, ojazos y operada. Seguramente los periodistas, que son unos letrados, tomaron la idea de Baltasar Gracián que había dicho que para ser feliz había que seguir el camino de las tres S: santidad, salud y sabiduría. Si bien es cierto que éste había tomado prestada tal idea de Tales de Mileto, el cual deseaba siempre a sus amigos salud, riquezas y entendimiento. Pero si a usted le aburre la filosofía, no se preocupe, ahí tiene la canción de Los Tres Sudamericanos, que vienen a decir lo mismo, pero con más ritmo: “tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor”.

En cualquier caso, a mí lo que me deja con la mosca detrás de la oreja no es que hayamos madurado tan poco desde Tales de Mileto hasta nuestros días, sino la obstinación del número tres, ese símbolo retorcido y sinuoso como una culebra o como un canto de sirena, o de los tres tenores.

Para empezar, y según aseguran testigos no presenciales, Dios creó al mundo en dos golpes de tres días; al séptimo, y hasta la presente, descansó. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son los tres pilares del Dream Team del cristianismo. Tres, las potencias del alma. Cuatro veces tres, el número de los apóstoles. Tres, las renuncias de Pedro. Tres, las cruces sobre el Gólgota. Tres y tres, la edad de Cristo. Tres, los días que estuvo entre los muertos. Y hasta los científicos, tan poco dados a la superchería, recurren casi sin querer a la taumaturgia del tres: diga treinta y tres, pide mi médico de cabecera cuando quiere ahondar en la negritud de mi pecho. Tres, las hijas de Elena. Tres, los mosqueteros de Dumas. Tres, los aviones que colisionaron sobre el Pentágono y las Torres Gemelas. Tres, los tristes tigres. Tres, las grandes religiones monoteístas. 

Pero, ay, únicamente dos son las Guerras Mundiales. A la tercera va la vencida. Si hay una Tercera Gran Guerra, ya no habrá otra. Afganistán, Palestina, Irán, Corea, África, palabras exóticas que nos suenan a lugares remotos, como si quedaran donde Cristo dio las tres voces. Y están ahí al lado. Una misma hambre nos hermana: la búsqueda de la paz y el disfrute.
Hoy ha salido un sol espléndido, como si quisiera decirnos: despabilaros, coño, que la vida son tres días. Pedid a los tres Reyes Magos menos MP3 y más que triunfe la cordura y la paz, que paren las bombas, el estrépito nocturno de las sirenas, el llanto aljamiado de los niños sin piernas y sin futuro.
Y si lo conseguís ¡tres hurras por el hombre!

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