LA RISA

 Los fotógrafos de prensa deben ser los tipos con mejor humor del mundo. Unos cachondos. A los políticos siempre me los sacan en las fotos satisfechos y sonrientes, como si acabaran de salir de una actuación de José Mota. Es raro el día en que abres un periódico y no topas con un manojo de políticos enseñando dientes. Da igual que sea el concejal de jardines de un villorrio o el presidente de una nación en quiebra. Se conoce que alguien les ha dicho aquello de que la risa es la distancia más corta entre dos personas y ellos ríen y ríen como queriendo meternos en el bolsillo a fuerza de achicar distancias. Sólo se ponen graves cuando hablan de los estragos de la oposición.
Y es curioso porque a mí me pasa algo parecido a lo de mi paisana la jueza Ángela Murillo, que les miro y me dan ganas de preguntar: y estos cabrones de qué se ríen. Y acaso sea una pregunta descarada e improcedente, pero yo la tengo por oportuna sobre todo hoy, justo en el aniversario de la muerte de Luís Cernuda (para los de la LOGSE: un marica que escribía poesías) y que podría darnos pie para echar cuentas acerca de la de cosas que Europa está arrojando a ese limbo donde habita el olvido.

No es sólo cuestión de economía, no es sólo que nos levantemos cada mañana con el corazón en el puño de un banco cainita, no es sólo que la sociedad del bienestar se tambalee, no es sólo que Occidente se arrastre por una calle de niebla como un cuerpo vacío; es que nos están dejando sin izquierdas, es que nos han arrancado de cuajo la confianza en los políticos, en las instituciones, es que van camino de crear la juventud más conservadora y rancia de nuestra historia, es que a la chita callando están convirtiendo Europa en una dictadura del oro y del pagaré. Y todavía estos cabrones se ríen. 

Publicado en la contraportada del periódico Extremadura

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