A TAPAR LA CALLE

  Un año ha pasado desde las manifestaciones del 15M, y no ha pasado nada. Parecía que al fin se desperezaba la gente tras una modorra de siglos y que su rugido cambiaría el curso de la historia, pero no. Más ruido que furia. Hay que seguir insistiendo. Tapar la calle. Que no pase nadie. Arrasar el aire con preguntas como bombas incendiarias. Preguntar no es ofender. Lo que ofende es el silencio, la indiferencia. Preguntar, por ejemplo:
Por qué llora Guardiola al despedirse de una empresa a la que ha llevado a la gloria mientras que Rodrigo Rato se ríe al dimitir de una a la que ha arruinado.
Por qué en unas oposiciones a conserje de hospital de la Junta es tan importante la «experiencia en el desarrollo del puesto convocado» que hasta conceden por ella tres créditos mientras que para Consejero de Sanidad basta con el carné del partido.
Por qué para un concejal de Orense se pide una condena de seis años de prisión y una multa de 3,2 millones de euros por piratear la señal de Digital+ mientras que para Urdangarín, por sacarle 3,2 millones al Instituto Nóos , solo se pide respeto y discreción.
Por qué subir el butano, la gasolina, la luz y el gas cuando en el primer trimestre del año Repsol e Iberdrola presentaron unos beneficios de mil millones de euros. Cada una.
Por qué los políticos insisten en que vamos en «el tren del progreso» cuando los demás tenemos la sensación de que a ese tren solo le funciona la marcha atrás. Por lo pronto, los recortes en educación, en sanidad y en investigación nos han devuelto a niveles del 2006. Se mantienen intocables, eso sí, los salarios de los políticos, el presupuesto de la Casa Real y los donativos a la Iglesia. Nos llevan a la bancarrota, pero ganamos un rinconcito en el cielo. 
Publicado en la contraportada del Periódico Extremadura

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