HIJOS DE ELECTRA

Algunos aún no creen en ella o se comportan como ingenuos en su presencia. La ignoran o, en el mejor de los casos, la temen. No saben que salió de su planeta hace cientos de años a conquistar galaxias. No me pregunten de qué planeta les hablo, pues mi ignorancia al respecto es absoluta, por más que esa ignorancia la sienta en el pecho como una frustración dolorosa. Pero estoy en condiciones de afirmar que llegó a la Tierra no hace más de doscientos años, proveniente de un lugar remotísimo de donde han de venir legiones. Créanlo, es un monstruo hermafrodita con apariencia femenina, siempre preñada, siempre invisible, pero con brazo varón y guerrillero.

Su audacia es tal que a poco de su aterrizaje se coló en la casa de un hombre de ciencia y éste la presentó al mundo como un descubrimiento propio. Cayó en la trampa, y con él el resto del mundo. Su conquista es pasiva, sin prisas, sin partes de guerra, sin bajas: perfecta. El objetivo primero fue el mundo occidental, a sabiendas de que lo demás vendría de corrido. No cabe la anarquía en sus cábalas: ya están en sus manos los hospitales, las centrales manufactureras, los colegios y las universidades, el ocio, la tecnología; la vida, en resumen. Pronto, muy pronto, su voluntad nos regirá como un yugo incorpóreo del que no podremos redimirnos ni en sueños. En ese instante el ciclo se habrá colmado. Caeremos para siempre entre sus garras. Esclavos de una voluntad de la que desconocemos los fines. Opinarán acaso que estoy loco sólo porque no pueden tocar sin estremecimiento aquello de lo que les hablo. No les recriminaré que aparten con lástima la vista de mí mientras les advierto; algunos aún no creen en ella; otros, los más ingenuos, creen dominarla sólo porque le pusieron un nombre: electricidad.

(El próximo 1 de octubre de 2010 sube el recibo de la luz un 4,8%, y toca callar y aflojar cartera)

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