NUPCIAS AL CLÁSICO MODO

La fecha ideal para la celebración de una boda en la Roma clásica era el plenilunio.  

Uno de los ritos más importantes consistía en el baño de purificación, al que indefectiblemente debían someterse tanto la novia como el novio antes de proceder a la celebración de las nupcias.
El banquete solía celebrarse en casa de los padres de la novia.
Era costumbre que los invitados a los banquetes se adornasen la cabeza con corona de flores.
Después del banquete de bodas, al que los romanos llamaban cena nuptialis, se realizaba la deductio o acompañamiento de la esposa a la casa del esposo. Hay constancia de diversas modalidades de proceder en la deductio. En Roma, la esposa avanzaba acompañada por tres jóvenes que tuviesen vivos a su padre y a su madre. Dos de ellos la llevaban de la mano y el tercero los precedía agitando una antorcha de espino blanco, encendida en el hogar de la casa de la esposa. En Grecia, sin embargo, era la madre de la novia la que portaba una antorcha y acompañaba a su hija en el trayecto desde su casa hasta el nuevo hogar con su marido.
En otros escritos, hay testimonios que afirman que una vez finalizada la cena nuptialis, a los novios los metían en un carro ataviado para la ocasión y los conducían a su nuevo hogar seguido por una procesión de amigos y parientes que les cantaban canciones nupciales o  himeneos. Precediendo el carro, algunos parientes, por norma general las madres de los esposos, alumbraban el camino con antorchas que previamente habían sido encendidas en los respectivos hogares del novio y de la novia.
Una vez celebrada la boda, la esposa seguía perteneciendo a la familia en que había nacido, y no a la del marido. En caso de que una mujer casada sufriera un agravio, aunque fuera el propio marido quien se lo infligiera, eran los miembros de la familia de aquélla quienes tenían la obligación de darle satisfacción tomando venganza legal contra el agresor
¿Todo el mundo tenía derecho al matrimonio? Depende. En Roma no era legal el matrimonio entre esclavos, aunque naturalmente podían existir entre ellos vínculos más o menos estables, llamados contubernia. Es por ello que Plauto, en el prólogo de Cásina dice: «seguramente aquí habrá personas que estén diciendo entre ellas, santo cielo, ¿qué es esto?, ¿bodas de esclavos? ¿Unos esclavos van a casarse o pedir a alguien en matrimonio? Es algo inaudito y no sucede en ningún lugar del mundo. Pero yo os aseguro que eso sucede en Grecia y en Cartago…«. Lo cual decía en tono sarcástico, para burlarse de estos países, pues allí sí estaba permitida la boda entre esclavos, cosa que los romanos del tiempo de Plauto, allá por el siglo II a. C, entendían como una perversión o una costumbre decadente y bárbara.

Curiosidades del mundo antiguo.

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