SOR PRECIPITADA: ANACRONISMO, VOCACIÓN E HISTORIA

El año 384 a. de C. estuvo marcado por dos acontecimientos de suma importancia para la historia de la humanidad. Por un lado fue el año del nacimiento de Aristóteles, es decir, del triunfo de la ciencia sobre la ignorancia, de la luz sobre la oscuridad; por otro, fue el año del nacimiento de sor Precipitada, símbolo y espejo en el que se miran aquellos, y no son pocos, que nacen con un descuadre entre su destino personal y el tiempo que les tocó vivir. Porque sor Precipitada, habiendo nacido griega y casi cuatrocientos años antes de Cristo, se empeñó en fundar un convento cristiano en el corazón pagano de Atenas, que ya son ganas de fastidiar. A lo que parece, esta idea se le metió en la cabeza desde bien pequeña, o al menos así lo cuenta Dión de Prusa en uno de sus discursos, que dice que estando su madre tendiendo la ropa en el patio se le acercó la niña Precipitada y le dijo:
.- Madre, he sentido una vocación.
.- Eso va a ser la regla, respondió la madre y siguió a lo suyo.

La verdad es que a Precipitada no le hacían mucho caso porque siempre tuvo la cabeza a pájaros. Su padre se lo achacaba a que había nacido sietemesina -de ahí lo de Precipitada- y a que por esa causa, según creencia común de la época, el cerebro no había tenido tiempo de cuadrar cabalmente todas las piezas. Sirvan como ejemplo de su raro proceder estas sabrosas anécdotas que recoge Alcifrón en sus Epístolas a Cortesanas: en el recreo los niños la tomaban a chufla porque en las peleas siempre acababa poniendo la otra mejilla; si alguien le pedía la mitad de una tablilla ella le daba la tablilla entera y el puntero; decía que le era más fácil a un centauro pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de los cielos; que había que amar a los metecos como a ciudadanos y a los ciudadanos como a uno mismo. Cosas todas muy nuevas y muy extravagantes. Por supuesto, la directora del colegio llamó al orden a los padres de Precipitada.
.- Yo no sé qué hacer con la niña, gemía la madre.
.- A mí, mientras no se me haga del PP, decía el padre, ya que para el buen hombre, que se presentaba en las municipales para concejal de deportes, no había cosa que aborreciera más que a los secuaces de su partido rival, el Peripatético Peloponeso. El caso es que la niña dejó los estudios y se empleó como pinche en un pequeño horno de pan, donde resultó tener un extraordinario don para las obleas y para hacer tortas como hostias, que cobraron justa y pronta fama. 
No obstante, aunque el sueldo de pinche no era moco de pavo, en la cabeza de la joven Precipitada seguía borboteando la voz de la vocación: monta un convento, monta un convento, le decía, lo cual es muy raro porque entonces no había conventos ni a nadie a quien preguntar qué cosa fuera aquello. Pero eso no desmoralizó a nuestra heroína, la cual colgó el mandil de panadera antes del horario estipulado en convenio y ni corta ni perezosa se plantó delante de sus padres para decirles: «queridos padres, dos puntos: dadme vuestra bendición porque me voy a la montaña a fundar un convento de monjas de clausura». El padre la miró aterrado y no pudo por menos que decir: » ¿pero tú estás loca, hija mía? ¿de clausura en pleno agosto?» Aguda y sabia reflexión que hizo pensar a la muchacha unos segundos tras los cuales se repuso y dijo: «vale, tienes razón; de clausura es excesivo, pero fundaré un convento de carmelitas descalzas». Los padres se miraron, alzaron los hombros y asintieron, ya que, después de todo, era la idea menos extravagante que le habían escuchado en años, puesto que por esa fecha casi todo el mundo iba descalzo. «Vale, dijo el padre, tienes nuestra bendición para fundar cualquier chuchería que se te ocurra, pero a las diez en casa». 
Precipitada, loca de alegría, salió a la calle y se dirigió a toda velocidad a la oficina de Augurios y Religiones Varias a rellenar el formulario de fundaciones, que eran las dos menos diez y a en punto cerraban. Pero  para que veamos como son las cosas de la vida, ella, tan acostumbrada a oír voces, con las prisas no escuchó una voz que le decía «cuidado, que está en rojo», y al cruzar la calle, la diligencia imperial, que por cosas del destino pasaba justo en ese momento a toda leche, se la llevó por delante. Los testigos presenciales aseguran que la muchacha no sufrió, que los servicios de socorro llegaron con retraso al lugar del siniestro y que la diligencia tenía todos los papeles del seguro en regla. Pero fue una lástima su precipitada muerte porque la historia, que gusta de ir despacito y a trompicones, perdió, una vez más, la oportunidad de regalarnos un dulce, santo, anacrónico aperitivo.

One thought on “SOR PRECIPITADA: ANACRONISMO, VOCACIÓN E HISTORIA

  1. Putos semáforos con lo que me estaba gustando la historia…………una pena. Que la casi Sor Precipitada descanse en paz, que los dioses la tengan protegida

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