Día siguiente al desastre de la Armada Invencible.
Apoltronado en su trono el del rey de Inglaterra saborea una taza de té y medita:
.- Dios luchó de nuestro bando.
Apoltronado en su trono el rey de España, ante una taza de té que apenas toca, se dice:
.- El Diablo estaba de su parte.
Hundida sobre una silla de anea, en una cabaña en cualquier pueblo inglés o español, una mujer, ante el cadáver del hijo muerto en la batalla, se lamenta:
.- Dios me ha abandonado.