En algún lugar de Alemania a alguien se la ocurrido la feliz idea de crear una escuela de gladiadores para ejecutivos y banqueros. Y ahora que no funciona ninguna idea, ésta resulta que está funcionando. Si no fuera porque el invento es alemán, lo tomaríamos por niñería de extranjeros, que son unos cachondos. Y sin embargo no es ninguna chorrada. Son cursos intensivos en los que, amén de un duro entrenamiento en la arena, se inicia a los asistentes en el modo de vida romano, sus costumbres, su literatura, su cocina. Todo ello conducido por profesionales de la historia, del arte, del deporte y de los fogones.

Mandaríamos uno de nuestros políticos a Alemania a espiar el funcionamiento de la dichosa escuela si no temiéramos que habría de aprovechar el viaje para conocer a fondo la zona VIP de la Bundesliga. Él, su mujer, sus niños y sus suegros. Y que volvería después de un mes cargado de facturas más gordas que si hubiera comprado la mismísima espada de Espartaco, y sin proyecto.
Contraportada del periódico Extremadura