SI YO FUERA REY MAGO

Los artículos periodísticos deberían ser como la caña del pescador, flexibles, pensados para las profundidades, resistentes a las largas distancias pero, sobre todo, dotados de un principio retorcido y duro, como un anzuelo que enganche y seduzca.  Un artículo sobre los reyes magos, por ejemplo, no puede empezar diciendo queridos reyes magos, como si el escritor tuviera cinco años. O peor aún, como si cinco años fuera el tope mental que el escritor concediera a sus lectores. Aún faltan cuarenta y ocho horas para el seis de enero y creo que he leído siete columnas, como mínimo, con este comienzo. Amén de una declaración de pereza mental, cualquier lector instruido comprende que se encuentra ante escritores con algún tipo de malformación neuronal congénita. Por lo cual yo propongo que, en vista de que no se puede abortar con carácter retroactivo, los adopte Gallardón y les provea del mucho cariño que su mutilada prosa precisa.

Si yo fuera rey mago preferiría mil veces una carta que empezara diciendo: a los reyes de oriente me los paso por el forro de mi iPhone y ni me rechinan los dientes. Después de todo, los reyes magos son obreros adultos y, en este país, a mi entender, lo que menos necesita un obrero es que le regalen las orejas con buenas palabras para luego cargarle las espaldas con un fardo insoportable. Sólo en Extremadura, entre trescientos tipos se reparten quince mil propiedades urbanas. Hay que admitir que eso suaviza bastante la labor de reparto de los reyes magos, pero cabrea al resto de la población que ve cómo la crisis se convierte en la excusa ideal de los ventajistas. El cabreo generalizado es como una nube radiactiva. Sales a la calle y te ves envuelto de gente huraña y taciturna. Y tú qué vas a hacer sino cabrearte también, aunque sea por no desentonar.

 El cabreo se está cargando hasta el Facebook. Un estudio de la Universidad de Utah, esté Utah donde esté, afirma que la mayoría de los usuarios de esta red social se considera menos feliz que los demás. Lo cual tiene su lógica; cómo no vas a venirte abajo si estás tú ahí tan tranquilo, echando cuentas con los dedos para ver cómo te las ingenias con el recibo de la luz, cuando algún desaprensivo va y cuelga en tu muro la foto de la hija de Aznar luciendo un móvil de mil cuatrocientos euros del ala. Nuestros ex presidentes de gobierno, además de un soberbio morro, gozan de total inmunidad. La única manera que hemos encontrado para vengarnos de ellos es no leyendo sus libros. Por segundo año consecutivo, el más vendido en España ha sido Cincuenta sombras de Grey. Cuando nos ponemos crueles carecemos de límites. El hombre, o al menos eso dicen, es un animal que imagina ser hombre. Pudiera ser. Yo sólo sé que hoy es el aniversario de Galdós y de Camus, dos tipos que imaginaron cambiar el mundo a golpe de buena fe, de artículos y de libros, y el mundo, que está hoy en manos de quienes entonces estaba, sigue siendo una infecta guarida de ladrones. Queridos reyes magos, hagan algo al respecto.

Publicado en el diario HOY el sábado 4 de enero del 2014

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