TUCÍDIDES, AFORISMOS

TUCÍDIDES
Historia de la guerra del Peloponeso, Libros I-II
Biblioteca clásica Gredos, nº 149
Quien puede utilizar la fuerza no tiene ninguna necesidad de acudir a pleitos.
Los hombres se irritan más cuando son tratados con injusticia que cuando son víctimas de la violencia, pues lo primero les parece el fraude de un igual, y lo segundo la imposición de un superior.
Cuando los hombres entran en guerra, comienzan por la acción, lo que debería ser su último recurso, pero cuando se encuentran con la desgracia, entonces ya recurren a las palabras.
En nuestros preparativos siempre contamos con que nuestros adversarios deciden con prudencia, y así no hemos de basar nuestras esperanzas en los posibles errores de aquéllos, sino en la seguridad de nuestras propias previsiones.
No hay que pensar que existe mucha diferencia entre un hombre y otro hombre, sino que es más fuerte quien está educado en medio de las más duras dificultades.
En territorio enemigo es preciso marchar con la confianza en el corazón, pero ante la acción es menester prepararse con temor.
No debemos lamentarnos por las casas y por la tierra, sino por las personas: estos bienes no consiguen hombres, sino que son los hombres quienes consiguen los bienes.
De los mayores peligros, tanto para una ciudad como para un particular, resultan los mayores honores.
Pericles, discurso fúnebre:
·         Porque los elogios que se pronuncian acerca de otros sólo resultan tolerables en la medida en que cada uno cree que él mismo es capaz de realizar las mismas acciones que oye elogiar; pero ante lo que va más allá, los hombres enseguida sienten envidia y no lo creen.
·         Entre nosotros no es un motivo de vergüenza para nadie reconocer su pobreza, sino que lo es más bien no hacer nada por evitarla
·         La felicidad se basa en la libertad y la libertad en el coraje
·         La vida se va haciendo a través de vicisitudes de diverso signo, y la dicha es de quienes alcanzan la mayor nobleza con su muerte y con su dolor, y de aquellos cuya vida fue medida para que la felicidad y el fin de sus días coincidieran.
·         Quien tiene ideas y no sabe exponerlas claramente está en la misma situación que si no las concibiera.
·         Ser odiados y resultar molestos de momento es lo que siempre les ha ocurrido a todos los que han pretendido dominar a otros, pero quien se expone a la envidia por los más nobles motivos toma la decisión acertada. Porque el odio no dura mucho tempo, mientras que el esplendor del presente y la gloria que se proyecta hacia el futuro perduran siempre en el recuerdo.
·         Ante las desgracias, quienes se afligen menos en su espíritu a la vez que resisten más en la acción, éstos, trátese de ciudades o de particulares, son los más fuertes.
Sin coraje ninguna técnica vale frente a los peligros, porque el miedo turba la memoria y la técnica sin bravura no sirve de nada.

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