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Hay que estar algo loco para ser buen padre. Oleo de Vito Cano |
Cuando era pequeño estaba convencido de que la mayor abstracción inventada por el hombre era un mapa, ese dibujo donde lo mismo cabe una calle que el universo entero. Aquella ficción me duró hasta que crecí algo y tuve que firmar mi primera hipoteca, es decir, hasta que mi padre tuvo que firmar el aval de mi primera hipoteca. A partir de entonces supe que la mayor abstracción es una firma, ese borrón donde no solo metes tu promesa de cumplimiento sino el piso de tus padres, su coche, sus ahorros, la jubilación y la honra de la familia. Y aún así, el padre iba, apretaba los dientes y firmaba.
Aquel farragoso salpicón de tinta era algo maravilloso, una capa mágica puesta delante de los ojos del banco que os convertía a tu padre y a ti en una misma persona. A todos los efectos, solían decir, te representaba. El representante, supe al fin, es otro de esos prodigios por medio del cual tu alma se desdobla. Eres tú sin ser tú.

Contraportada del periódico Extremadura, 16 junio 2012