Fucsia, begonia, magenta. Tres palabras con historias sorprendentes

Fucsia, o rosa intenso, no es un mero color. Esta palabra esconde la historia de un hombre, y alguna cosa más.

Concretamente el de Leonhard Fuchs, médico y botánico alemán que murió a mediados del siglo XVI y al que se tiene por fundador de la farmacognosia, palabra griega formada por «φάρμακο» (fármaco, medicamento) y «γνώσης» (conocimiento). Puede, por tanto, traducirse como “conocimiento de fármacos” Se considera una rama de la farmacología.

En realidad, el nombre de fucsia se lo dedicó, casi siglo y medio después de la muerte de Fusch, otro botánico: el sacerdote francés Charles Plumier. Fue un gesto de admiración por parte de este botánico, que bien le podía haber dado a la flor el nombre de su madre o de una prima segunda. Pero le llamó Fusch, para conservar la memoria de aquel estudioso.

Y no solo eso. Lo de llamar begonia a una flor también se la debemos al señor Charles Plumier, quien la inventó como tributo a Michael Bégon, un oficial francés de marina del siglo XVII, coleccionista de libros y rarezas de toda índole, que reunió en su casa una enorme biblioteca junto a una infinidad de plantas y flores traídas de sus múltiples viajes, a lo largo y ancho de este mundo, que diría el Capitán Tan.

Pero no nos andemos de flor en flor y volvamos al fucsia.

De la botánica al color fucsia

Fucsia, Flor, Florecer, Rojo, Azul

En un principio, la palabra fucsia solo se tenía por un término botánica y se definía como un tipo de arbusto y la flor del mismo. No había referencias al color. Esto llegaría más tarde. De hecho, hasta la edición de 1984 la RAE no menciona el significado de fucsia como un color; en concreto, el rosa intenso, semejante al de la flor de la fucsia.

Un grado más allá del fucsia está el color magenta, al que el DRAE define como rojo oscuro que tira a morado. Esta palabra tiene un origen más trágico que las dos anteriores.

La historia es la siguiente. En 1859, Francia y Austria se declararon la guerra. El 4 de junio de ese mismo año se libró una batalla decisiva en Magenta, un pequeño pueblo de Italia. Lucharon 54.000 franceses contra 58.000 austríacos. Ganaron los franceses. Aunque ganar es solo un decir. Más de diez mil personas dejaron su vida en aquel campo de batalla. Tanta sangre se derramó que los pintores de la época, cuando se pusieron a plasmar aquel hecho terrible en un lienzo, usaron para representar la sangre un colorante recién descubierto al que dieron el nombre de magenta, en honor de la batalla.

Es un nombre, pues, de reciente creación. Tanto es así que ningún diccionario, ni académico ni extraacadémico lo ha incluido nunca en su nómina. El DRAE lo incluye a partir del 2001.

En conclusión, si fucsia y begonia guardan memoria de dos hombres ilustres, el de magenta es un recordatorio, en rojo sangre, de la estupidez humana.

(Este post forma parte de la sección Te Tomo la Palabra que cada semana emite el programa Gente Corriente en Canal Extremadura Radio. Puedes escucharlo aquí)

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

CLOSE
CLOSE