Del teatro a la vida cotidiana (1 de 4)

Que la vida más que sueño es representación lo sabemos, al menos, desde los griegos. Y lo sabemos porque nos lo han transmitido en el vivir, en el sentir y en el hablar, aunque a veces el sentido dramático de la palabra haya quedado eclipsado por los años y los usos. He aquí un breve glosario de voces cotidianas a las que no cuesta verles los coturnos teatrales a poco que les levantemos los faldones. 

Abotargarse

Tiene su origen en un cómico del siglo XVI, Abagaro Francesco Baldi, alias Stefanello Bottarga, el cual salía a escena disfrazado con ropajes de colores extravagantes embutidos al redondo cuerpo. Tal fama alcanzó el personaje, que en 1580 Lope de Vega en El verdadero amante se lamenta de que por Madrid pululaba “un tropel de botargas” para referirse a figuras de ropaje estrafalario, como hoy diríamos “un tropel de kardashianas y rosalías”.  

Apuntador

Susurraba, escondido bajo una concha situada en el centro del proscenio, las palabras que los actores olvidaban.  Por invisible, era el personaje más irrelevante de la escena. En los dramas románticos, ricos en matanzas, el público salía con la impresión de que sobre las tablas había muerto “hasta el apuntador”, que es como decir “hasta el último mono”.  Un giro lingüístico de lo más particular, pues de esta forma el apuntador pasó de irrelevante a significar “todo el mundo”.

Arlequín

En 1726, la Academia define la voz como “el gracioso que en la representación hace el papel del que no sabe». Más tarde se le adjuntó un nuevo significado: “persona informal y ridícula”. Así se entiende al arlequín hasta que en 1917  Pablo Picasso pinta el Arlequín con espejo junto a otros siete arlequines a los que dota de una cualidad que ya se ha convertido en intrínseca a ellos: la melancolía. A partir de Picasso, el arlequín deja de ser un simple volatinero y toma alma. Un alma triste, pensativa, como de payaso vencido por la gravedad del mundo.

Astracanada

Las pieles de los corderos de Astracán, ciudad rusa, fueron muy usadas para la confección de prendas económicas y poco preciadas. Los críticos teatrales usaron la palabra para referirse a las obras que les parecían burdas y poco exigentes. La RAE, en 1947, la define como “farsa teatral disparatada y chabacana”. Y así se mantiene hasta que en 2006, el Diccionario esencial de la lengua española añade: “acción o comportamiento públicos disparatados y ridículos”. En lo público, pues, el género rey son el astracán y el esperpento. 

Atrezo

Del verbo latino trahĕre, llevar arrastrando, de donde proceden términos como atraer, distraer, abstraer y contrato. Palabras todas que, como se ve, forman parte del atrezo lingüístico teatral.  Aunque nos llega del italiano attrezzo, Galdós, como sus predecesores, la escribirá con una sola te y una sola zeta. Será con el siglo XX cuando se comience a usar ese híbrido que ni es italiano ni es español: atrezzo, por más que la RAE, que la incorpora en 2006, solo dé por válida atrezo.

Este glosario ha sido publicado en la revista Archiletras en su edición de julio/septiembre de 2021.
El glosario original consta de seis páginas, pero para no sobrecargar la entrada en el blog yo la divido en cuatro entradas distintas que iré publicando en días sucesivos.

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