El peculiar origen de la palabra peculiar

Peculiar es una palabra con un origen antiquísimo y que, como tantas otras, nos cuenta de dónde venimos, para qué clase de sociedad fue creada. Tan antigua que ya Plauto, en el siglo II a. C, la usó en la comedia Los Cautivos, en la cual hay una escena donde un padre regala a su hijo un joven esclavo y, a partir de ese momento, recibirá el nombre de “peculiaris puer”, esto es, “joven peculiar”; ¿por qué? Pues porque en el antiguo mundo latino los únicos que tenía derecho legal a la posesión eran los pater familia.

Al caudal acumulado por el padre se le llamaba pecunia, pero solo al caudal referente a bienes muebles. Eso es importante, como luego veremos. Por bienes muebles entendemos todo aquello que pueda moverse, como ganado, dinero, o esclavos, como demuestra esa obra de Plauto.

Pues bien, resulta que, a pesar de esa ley que prohibía a los hijos o a los esclavos tener posesiones, había veces en las que el padre quería gratificar a un hijo o a un esclavo y le daba una parte de esa pecunia, para que lo administrara a su gusto. Este regalo recibía el nombre de peculiaris, de donde viene nuestra palabra peculiar.

Pecunia, peculiaris, peculiar

De este modo la palabra peculiar entra en nuestra lengua desde los orígenes de la misma. En el Vocabulario eclesiástico de Santaella, escrito en 1499 se define a la palabra “frase” como “el modo de hablar peculiar o propio de cada lengua”.

El RAE de 1737 acoge la voz en su lexicón y le da una definición que sigue manteniendo hasta el día de hoy. Según esta definición se llama peculiar “a lo que es propio y privativo de cada persona o cosa”. Es decir, que si para los latinos lo peculiar era la parte de la herencia que le ha entregado el padre y que, por tanto ya no corresponde al común de la familia, sino a él en exclusiva, para nosotros lo peculiar define a aquello exclusivo que define a una persona o cosa. Así, cuando decimos que alguien o algo es muy peculiar, lo que pretendemos decir es que tiene alguna característica que lo hace diferente, aunque esa particularidad no siempre se entienda de forma halagüeña.

Peculiar, la madre del cordero

El punto de partida de todo esto hay que buscarlo en la palabra “pecu”, que es la madre del cordero, y nunca mejor dicho, porque en castellano se llama pecuario a lo perteneciente o relativo al ganado, en especial, al ovino. Y puesto que provenimos de una sociedad eminentemente ganadera no es de extrañar entonces que se llamara pecunia al dinero y pecuniario a todo lo que con el dinero tuviera relación, como bien saben los estudiantes de Derecho Pecuniario.

Una anécdota: Gonzalo Fernández de Oviedo, en su Historia general y natural de las Indias, escritas hacia 1535 dice que “el primero que en Roma acuñó cobre fue el rey Servio y fue la primera imagen una pecus, esto es una pécora u oveja, por lo cual la moneda acuñada fue llamada pecunia”. Esto, como digo, no es más que una anécdota con pocos visos de ser real, pero nos sirve para enlazar con otra palabra. Pécora.

La pécora peculiar

También, como peculiar, tiene su origen en la voz latina pecus-oris, que significaba, como ya he señalado, ganado, rebaño. Pécora nos llega del italiano, donde significa oveja. La RAE, en 1737 dice que pécora tiene poco uso como sinónimo de oveja y que es más usada metafóricamente en la frase “ser buena o mala pécora”, ser buena o mala persona y que, en el lenguaje familiar, se usaba como sinónimo de pícaro, astuto o de vida alegre.

Hoy en día ser una mala pécora es otra cosa. Y lo viene siendo desde al menos el siglo XVII. Cervantes no la usó nunca pero en el Quijote de Avellaneda sale dos veces. Y el RAE de 1852 ya dice que ser buena o mala pécora “se usa para designar a la persona astuta, taimada y viciosa, y con más frecuencia siendo mujer”.

De simple oveja a insulto peculiar

Pero, ¿cómo lleva a una simple oveja a convertirse en un insulto? Al parecer, tiene su origen en el hecho de que los pastores castraban a los carneros para su engorde, cosa que les resultaría más lucrativo para ellos, pero a las ovejas les hacían una faena. Cuando llegaba la época de celo no es que se subieran por las paredes, se les subían los castrados, que para el caso es lo mismo. A los pastores esto les debió parecer gracioso y empezaron a llamar “mala pécora” a estas ovejas a las que el celo hacía perder los papeles.

Otra curiosidad que nos da la palabra pecus-oris. Como ya sabemos, significaba rebaño. De ahí que se llamó pecorear – y el DRAE así lo sigue llamando – al robo de ganado y también a cualquier saqueo efectuado por un grupo de soldados.

Este curioso significado nos lleva a otro, también por extensión metafórica, y que es fácil de entender. Llamamos pecorear en el castellano actual al acto que realizan las abejas cuando salen a recoger el néctar de las flores, porque se sobreentiende que, metafóricamente, están actuando con las flores como los soldados con las ciudades saqueadas.

La definición literal que de pécora da el DRAE es: res o cabeza de ganado lanar. Y esta definición también tiene su hueso que roer. Porque res proviene del latín res, que significaba cosa o propiedad. Y para entender la expresión “cabeza de ganado” hay que comprender que cabeza proviene de la voz latina caput-capitis, que es el origen de la palabra capital y de caudal, que, al igual que pecus, son palabras para expresar el valor económico, que es lo que, durante mucho tiempo  ha sido la vida animal para los humanos: propiedad, capital. Simple pecunia.

Puedes escuchar este episodio de Te tomo la palabra (en Gente Corriente de Canal Extremadurapinchando aquí.

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