El pater del verbo perpetrar y su fecunda progenie

Una de las palabras que más hemos escuchado en estas últimas semanas en boca de los “padres de la patria” es el verbo “perpetrar”, siempre con un sentido negativo o peyorativo. Y escribo lo de padres de la patria con toda la intención ya que el verbo perpetrar, que según el DRAE significa cometer, consumar un delito o culpa grave, es una voz compuesta de la preposición per- (a través de, por completo) y el verbo patrare, que esconde en su raíz la palabra “pater-patris”, que significa “padre”. Esto tiene sentido, puesto que patrare, con el significado de “consumar”, “ejecutar”, era empleado en tiempos remotos para las ceremonias religiosas o políticas, algo propio y exclusivo del pater familia.

No obstante, ya en el latín clásico esta palabra había tomado un significado peyorativo y se usaba con retintín para referirse a la “consumación” de un acto sexual. De ahí que perpetrar pase al castellano contaminada de ese sentido negativo del que hemos hablado. Y de acto religioso acabó convertida en acto delictivo.

Y no es el único viaje sorprendente que hace la palabra “pater”, una voz antiquísima y que el propio dios Júpiter la cobija, ya que su nombre significa precisamente eso: “dios padre”.

Pater familias, patrón, patrocinar…

La familia romana

Pero, volviendo al pater familias romano, digamos que el que gozaba de posibles y se podía permitir ayudar o proteger económica y jurídicamente a sus familiares menos afortunados, recibía el nombre de patronus, de ahí que nosotros llamemos patrocinar a la acción de apoyar o financiar una actividad. Del mismo modo, en el terreno religioso, llamamos patrón al santo que nos protege y defiende.

Más tarde, en el latín medieval, se denominaba patronus a los varones que gozaban de autoridad en algún cargo, y entonces la palabra patrón se carga con un nuevo significado: jefe. Y también el patrón de un barco. Y eso se explica porque entre las tareas más valoradas del patronus estaba la de sufragar o patrocinar una embarcación y que, en muchas ocasiones, lo convertía en dueño de su tripulación. De ahí que la 7ª acepción de la palabra patrón, según el DRAE, sea: persona que manda un pequeño buque mercante o una embarcación de recreo.

Pater, molde, prototipo, patronímico

Como vemos, el valor principal de la palabra pater en el sentido latino es el de la potestad y es justo ése el que se transmite en cada una de las palabras que de ella se generan en castellano. Lo cual explica que también la palabra patrón se usara para referirse al molde con el que se fabricaban las monedas (es decir, ofrecía un modelo con autoridad para ser repetido) y, posteriormente, al prototipo que sirve de muestra para sacar otra cosa igual.

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El mismo sentido de potestad encontramos en la palabra patronímico, que es la que usamos para referirnos a un nombre propio o a un apellido formado sobre el nombre del padre y que servía para indicar la pertenencia a un linaje, así López significa hijo de Lope, y Rodríguez hijo o del linaje de los Rodrigo; o, por decirlo de otro modo, solo lo que pertenecían al linaje de Rodrigo o  de Lope podían adjudicarse el patronímico en –ez, pudiéndose considerar al tal Lope o al tal Rodrigo como el patriarca del linaje; Por cierto, patriarca, aunque pueda parecer otra cosa, no procede del latín pater-patris, sino de la palabra griega patriarchés, que comparte la misma raíz indoeuropea.

Otra palabra que nos puede llevar a error es “parricida”, que es como llamamos al que asesina a su padre. Está compuesta, como todas las palabras terminadas en “cidio”, con el verbo latino caedere, que significa matar, asesinar, y de otro elemento, el parri. Lo que no está claro es de dónde procede ese “parri”, del que nadie hasta ahora ha sabido dar explicación y que solo por etimología popular se relacionó con el pater o, incluso con parentes, que es la voz que engloba al padre y a la madre.

Pater y patriotismo. La gran perpetración

Donde sí encontramos el elemento pater-patris es en la palabra “patria”. En latín se llama terra patria a la tierra del padre, es decir, de los antepasados, y pasa a nuestra lengua sencillamente como “patria”. Según dice el lexicógrafo Corominas: “la primera lengua romance en tomar del latín el cultismo patria debió ser el italiano, donde ya lo emplea Dante, y de donde pudieron tomarlo el castellano, hacia 1440, y el francés, poco después”.

Hasta el siglo XIX la palabra patriota solo se usaba como sinónimo de compatriota. El sentido moderno de “persona que ama a su patria” nace con la Revolución Francesa y no llega al RAE hasta el suplemento de 1803. Lo paradójico del caso es que, recibiendo el nombre por vía masculina, cuando más carga sentimental adquiere el nombre es cuando se la llama “madre patria”.

Y es que, donde se ponga una madre, que se quiten todos los padres de la patria y sus perpetraciones.

Puedes escuchar este episodio de Te tomo la palabra (en Gente Corriente de Canal Extremadurapinchando aquí.

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